Dios… ¡Haz lo que te digo!

Hoy me gustaría escribir sobre la esencia del título que acabo de presentarles, basado en algo que noté en un conocido en las redes sociales, un comportamiento que llama mi atención, pero que me parece que muchos podríamos caer en ello, como si intentáramos decir: “Dios… ¡Haz lo que te digo!”.

Durante meses he visto a este muchacho hablar con Dios, pedirle protección, darle gracias por las bendiciones del día y, además, pedirle encontrar la persona o pareja perfecta para él, he visto decirle a Dios que Él lo conoce, que sabe lo que hay en su corazón y que espera el gran regalo que Él ha de darle. Todo bien y todo normal hasta este punto. Sin embargo, después lo vi lamentándose porque se acercó a hablarle a una persona, una chica que le gustaba, y ella le respondió que en su corazón ya había otra persona, que si él hubiese llegado a ella tres meses antes las cosas serían distintas. Por supuesto, el muchacho se lamentó y al final, en su conversación con Dios, le dijo: “¿Qué pasó mi Rey?”.

Basado en esto que cuento, decidí escribir algunas palabras en “defensa de Dios”, aunque Dios no necesita que lo defienda. Hablando más en serio, decidí escribir esto porque me parece que es preciso recordar un par de cosas, entre ellas el hecho de que no podemos dejarle la responsabilidad de todo a Dios sino que debemos asumir esas responsabilidades. Por eso decía que en cosas como ésta podríamos caer todos, no importando de qué aspecto estemos hablando.

En primer lugar, vamos hacernos algunas preguntas: ¿Por qué le achacamos la culpa de TODO lo bueno y lo malo a Dios? No estoy cuestionando que Dios tenga algunos planes para nosotros, lo que estoy cuestionando es por qué muchas veces no tomamos nuestras responsabilidades y actuamos en pro de crearnos un mejor mundo, siendo que nosotros somos co-creadores con Él, y eso no se trata de sentarse a esperar a que Él haga todo el trabajo simplemente porque tiene el poder de hacerlo. Por ejemplo, los padres proveen de lo necesario a sus hijos, esa es su principal tarea, pero ellos no pueden ir a la escuela a aprender por sus hijos porque nadie aprende en cabeza de otro. Si vemos a Dios como ese padre, entonces podríamos decir que Dios tiene tareas importantes, pero nosotros debemos ir a la escuela a aprender, hacernos responsables de nuestras propias tareas y de las decisiones que tomemos con relación a lo que sea necesario.

En segundo lugar, hay un aspecto complejo en el ser humano y es que cambia de idea, gustos e intereses muy rápido. Yo puedo estar pidiéndole a Dios encontrar a una persona en este instante, pero si pasa algunos meses y no aparece, entonces pienso que Dios me ha fallado, o, en caso contrario, conozco a alguien y un mes más tarde ya no me gusta, y vuelvo a rezar para que otra vez Dios mueva todo el Cosmos porque la primera persona que me mandó “no era la que necesitaba”, es decir, Dios “siempre tiene la culpa de algo”. ¿Te imaginas que Dios moviera todo el Cosmos cada vez que alguien pide algo, y lo vuelva a mover un mes después porque Él “se equivocó”?

El punto aquí es que tú, yo y todas las personas somos co-creadores de nuestros mundos junto con el Padre, tenemos el poder de crearnos un mejor mundo, el poder de vencer nuestras limitaciones, nuestros miedos, tenemos el poder de la luz que es la vida, tenemos la oportunidad de estar aquí y respirar, tenemos la posibilidad de arriesgarnos y sacar adelante un proyecto en el cual nadie más creía, tenemos el poder de salir victoriosos y muchas veces no lo usamos.

Tú vives el mundo que creas y crees. Podemos estar en consonancia con el Universo y esperar sus señales, pero el responsable de tu vida eres tú. Dios puede darte oportunidades, pero debes ser responsable de lo que pides y de lo que estás creando para ti y las personas que te rodean. ¿Te has sentado a reflexionar que cuando pides que alguien toque tu vida, no es solamente ese alguien quien la tocará? Con esa persona vienen muchas otras que están vinculadas también, ya sean sus familiares, amigos, etc. Cuando le pides al Universo que te acerque a esa persona, le estás pidiendo que te acerque a todas esas personas. Cuando creas algo, tú estás moviendo un montón de energía y eres responsable de ello.

En el fondo no se trata de que Dios (el Señor, el Rey, el Universo o como quieras llamarle) te falló, se trata de que debes vivir en el momento presente y efectivamente vivir. Entonces, ¿te gusta alguien? Díselo; ¿Tienes un proyecto? Hazlo; ¿Necesitas pedir perdón? Ve; ¿Quieres decirle a alguien que te gusta? Ve; ¿Quieres comenzar una nueva profesión? Hazlo… el momento para vivir es el aquí y el ahora. Lo único que necesitas para hacer las cosas es estar vivo, y si puedes leer esto es porque lo estás, entonces ¿qué esperas? 

No necesitamos decir: “Dios… ¡Haz lo que te digo!”, lo que necesites hazlo tú. Y si esto es muy grande y no lo puedes hacer, entonces pídelo con la certeza de que ya está concedido. Dios no abandona, pero vamos a dejar de echarle la culpa de todo y comencemos a Ser lo que Somos: co-creadores de nuestros mundos, vamos hacer nuestra tarea y la haremos bien porque nos guía la sabiduría infinita que nace en nuestro interior, en ese interior donde siempre ha estado Dios.

Waldylei

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