He estado pensando en esa frase: “Todo tiene solución”, aunque a veces pareciera que no, que el problema es muy difícil de resolver y sientes molestia, frustración o sufrimiento.
En mi experiencia, he estado en dos situaciones que me han causado tanto impacto, que me he dado cuenta que no importa el problema que tenga, eso es ínfimo comparado a una situación donde lo que está en riesgo es la vida.
La primera de estas experiencias se remonta a algunos años atrás. En aquel tiempo yo estudiaba en la escuela de ingeniería, y teníamos una compañera que era una excelente persona con un futuro prometedor. Pero, en días de carnaval, se topó con una bala perdida. Estuvo agonizando muchas horas y luego murió. Muchas cosas pensé en aquella ocasión, entre ellas: lo injusto de que se perdiera una vida tan valiosa, lo injusto de que ella se esforzara tanto y se le haya quitado la oportunidad de ser una profesional. También me repetí: yo me he quejado tanto de mis problemas en la universidad, creí que aquello era tan terrible para mí, pero en cambio esa chica ya no tiene opción a nada. Creí, por mucho tiempo, que tenía un gran problema, pero realmente el mío tenía solución, el de ella no pues lo único que no tiene solución es la muerte.
La segunda experiencia que impactó mi vida la tuve ayer. No es secreto para nadie que nuestro país ha tenido varios enfrentamientos por política, que la tensión se ha apoderado de la población. En la noche, en medio de un cacerolazo en la ciudad, parte de la familia sentía temor por la salud de mi abuela, ella tenía dificultades para respirar. Quisimos llamar al servicio de ambulancias al cual está afiliada, y la respuesta nos causó mucha frustración y desesperación, pues se nos comunicó que no se estaba trabajando con las ambulancias en la calle ya que era “peligroso” salir, debido a cualquier tipo de manifestación política con la que se pudiesen encontrar en el camino. Sí, algo así como “no se enferme hoy porque no estamos trabajando”... cosa que nos indignó bastante. A raíz de ello, se tuvo que acudir a otro servicio de ambulancias para poder sacar a mi abuela a un centro asistencial. Gracias a Dios no tuvo que ser internada, sino que regresó mejor a la casa.
No he querido detallar esta experiencia, sino que he relatado en líneas generales lo que ocurrió y los tropiezos que tuvimos. Lo cierto es que, en esos instantes, se me olvidaron por completo los problemas que tenía en mente minutos antes, los problemas políticos, etc. Nada de todo eso era importante en ese momento. La prioridad era el bienestar de nuestra abuela, hacer lo que fuese necesario para que pudiera respirar normalmente de nuevo.
Me quedé reflexionando a raíz de todo esto, y me decía: la prioridad es la vida, nuestra vida, y no eso que nos está estorbando como los problemas. A veces vemos estos conflictos del día a día como cosas tan grandes, como cosas incluso “imposibles” de resolver... ¡pero no es cierto! Todo absolutamente todo, se puede resolver de alguna manera. Es una lástima que sólo nos detengamos a pensar en ello cuando hechos tan impactantes nos afectan. Deberíamos levantarnos cada día pensando en que todo tiene solución, no importa lo que ocurra porque lo importante es pensar que: ¡encontrarás la solución!
¿Problemas? Todo tiene solución. Recuerda: Todo tiene solución...
En mi experiencia, he estado en dos situaciones que me han causado tanto impacto, que me he dado cuenta que no importa el problema que tenga, eso es ínfimo comparado a una situación donde lo que está en riesgo es la vida.
La primera de estas experiencias se remonta a algunos años atrás. En aquel tiempo yo estudiaba en la escuela de ingeniería, y teníamos una compañera que era una excelente persona con un futuro prometedor. Pero, en días de carnaval, se topó con una bala perdida. Estuvo agonizando muchas horas y luego murió. Muchas cosas pensé en aquella ocasión, entre ellas: lo injusto de que se perdiera una vida tan valiosa, lo injusto de que ella se esforzara tanto y se le haya quitado la oportunidad de ser una profesional. También me repetí: yo me he quejado tanto de mis problemas en la universidad, creí que aquello era tan terrible para mí, pero en cambio esa chica ya no tiene opción a nada. Creí, por mucho tiempo, que tenía un gran problema, pero realmente el mío tenía solución, el de ella no pues lo único que no tiene solución es la muerte.
La segunda experiencia que impactó mi vida la tuve ayer. No es secreto para nadie que nuestro país ha tenido varios enfrentamientos por política, que la tensión se ha apoderado de la población. En la noche, en medio de un cacerolazo en la ciudad, parte de la familia sentía temor por la salud de mi abuela, ella tenía dificultades para respirar. Quisimos llamar al servicio de ambulancias al cual está afiliada, y la respuesta nos causó mucha frustración y desesperación, pues se nos comunicó que no se estaba trabajando con las ambulancias en la calle ya que era “peligroso” salir, debido a cualquier tipo de manifestación política con la que se pudiesen encontrar en el camino. Sí, algo así como “no se enferme hoy porque no estamos trabajando”... cosa que nos indignó bastante. A raíz de ello, se tuvo que acudir a otro servicio de ambulancias para poder sacar a mi abuela a un centro asistencial. Gracias a Dios no tuvo que ser internada, sino que regresó mejor a la casa.
No he querido detallar esta experiencia, sino que he relatado en líneas generales lo que ocurrió y los tropiezos que tuvimos. Lo cierto es que, en esos instantes, se me olvidaron por completo los problemas que tenía en mente minutos antes, los problemas políticos, etc. Nada de todo eso era importante en ese momento. La prioridad era el bienestar de nuestra abuela, hacer lo que fuese necesario para que pudiera respirar normalmente de nuevo.
Me quedé reflexionando a raíz de todo esto, y me decía: la prioridad es la vida, nuestra vida, y no eso que nos está estorbando como los problemas. A veces vemos estos conflictos del día a día como cosas tan grandes, como cosas incluso “imposibles” de resolver... ¡pero no es cierto! Todo absolutamente todo, se puede resolver de alguna manera. Es una lástima que sólo nos detengamos a pensar en ello cuando hechos tan impactantes nos afectan. Deberíamos levantarnos cada día pensando en que todo tiene solución, no importa lo que ocurra porque lo importante es pensar que: ¡encontrarás la solución!
¿Problemas? Todo tiene solución. Recuerda: Todo tiene solución...
1 comentarios:
a veces quisiéramos solucionar todo, pero a veces las cosas son como Dios quiso que fueran y no hay solución que podemos encontrar.
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